viernes, 12 de octubre de 2012

Singapore


Temprano en la mañana del 31 de julio me tome el bondi al aeropuerto de Auckland rezando de que mi pasaje a Singapore sea válido, ya que nunca lo pagué! (En otro momento contaré la historia de cómo viajar 11 hs y cambiar de continente totalmente gratis, solo les digo que no le robé a nadie ni hubo nada de la falsa “viveza criolla”). Todo salió bien y pude disfrutar del viaje que me iba a depositar finalmente en el comienzo de mi aventura por el sudeste asiático.
Al bajar del avión me pongo a charlar con 3 chicas, para variar argentinas…jeje y como nuestros hostel quedaban cerca, encaramos los 4 para “Little India” montados en el gran MRT, un subte que conecta todos los puntos de la ciudad con increíble puntualidad y sobre todo con un exquisito aire acondicionado. Esta zona, como mis inteligentísimos lectores habrán deducido está llena de indios y es como haber llegado al medio de la india. El orden y la prolijidad típica de Singapore desaparecen al instante y todo se invade de olor a curry y grandes mercados multitudinarios.
Duchita, birrita en el hostel sociabilizando con el resto de los huéspedes y al sobre, así al dia siguiente podría comenzar temprano mi recorrida en mi único día en la ciudad. El jetlag, la ansiedad y el calor se adelantaron a  mi despertador y a las 5:30 am ya estaba dando vueltas por una ciudad que para mi sorpresa, estaba completamente desierta (el movimiento arranca tipo 8). Alrededor de las 9, me encontré nuevamente con las chicas y nos fuimos rumbo China Town (una vez más confío en la sagacidad de los lectores para imaginarse como es el lugar…je).

Templos, mercados y alguna comida típica nos dejo la pasada por este barrio, para luego seguir en Orchard Road, el excentricismo en estado puro…hoteles 5 estrellas, gigantescos shoppings uno al lado del otro con las marcas más exclusivas, autos de lujo por todos lados…para que se den una idea, hay una especie de taxis que son Rolls Royce! En fin, lindo para conocer pero no para perder mucho tiempo, asi que me separé de las chicas y me fui en búsqueda de la embajada de Australia para hacer un trámite finalmente frustrado. En la parada del bondi, tratando de ver como podía llegar a la famosa estatua de Singapore (Merlion, mitad Leon, mitad pez). Le pregunte a un local, y me contestó con un poco de cara de asco “¿ahí qurés ir?”, le pedí que me recomendara un mejor lugar y él me sugirió el botánico. Lógicamente son las cosas que uno hace estando en el exterior, porque el de Bs As no lo piso desde que tenía 5 años. La verdad es que valió la pena, es inmenso, muy prolijo y diverso, y en más de una vez me hizo acordar a Daniel San y el Sensei Miyagui (que en paz descance), gracias al estilo oriental y a los miles de bonsái.
Lo único malo fue que ya desde temprano padecí los clásicos monzones de esta época del año, aunque con la cámara a salvo no hice más que disfrutar de la refrescante lluvia, ya que el calor por momentos es insoportable. Ya cayendo el sol, arranque la caminata de vuelta nuevamente a través de Orchard Rd, perfectamente diseñada para obligarte literalmente a entrar a los shoppings, así como igualmente complicada para salir.
Por la noche me junté con las chicas de nuevo (dato de color: una resultó ser compañerda de la secundaria de mi hermano…un pañuelo!) Habiendo probado la comida china, esta vez nos fuimos en búsqueda de la alternativa india, y si bien dejamos algunas cositas de lado, estuvo rico!!
En la madrugada siguiente me despido de Singapore (por un par de meses) y encaro nuevamente hacia “el mejor aeropuerto del mundo” (según algún ranking que leí) en búsqueda de un nuevo sello en mi pasaporte, esta vez Indonesia.

jueves, 4 de octubre de 2012

Isla Sur -Nueva Zelanda-


Esta vez voy a arrancar diferente, comunicando mi nueva metodología, ya que entre la muerte de la notebook, el increíble retraso que llevo con la subida de lo que escribo, la falta de voluntad para escribir y la precaria internet del sudeste asiático vengo muy mal con el blog!
Si bien arranque a contar el viaje por la isla sur de Nueva Zelanda de manera más extensa, ahora voy a hacer un post por cada lugar/país y si después da, le meto más detalle y anécdotas pero sin darle bola a la cronología! Dicho esto, retomemos el viaje por la isla sur (de las primeras ciudades no voy a hablar porque ya lo hice en los post anteriores, pero si les dejo un mapita con todos los lugares que conocí de la increíble Nueva Zelanda)
El lunes temprano por la mañana partimos rumbo a Dunedin, pero como todo viaje el destino es solamente una circunstancia, así que disfrutamos de cada lugar ayudados por la gran organización kiwi que señala cada atracción con un cartel marrón en la ruta. El primer punto que paramos fue Moeraki Boulders, una playa con unas rocas casi perfectamente redondas. Seguimos por Tunnel Beach, una playa de grandes acantilados donde hace muchos años un tipo que vivió ahí decidió tallar a mano un túnel que lo lleve hasta abajo del acantilado…tremendo laburo! Finalmente, después de una breve pasada por la península de Otago, llegamos a un “Holiday Park” (lugar donde estacionas y enchufas la van para recargar las baterias, baños, cocina, etc), y donde fundamentalmente tedríamos una de las cosas que mas disfrutamos durante el viaje, una duchita caliente!!!


 En la mañana siguiente nos dedicamos a recorrer la ciudad de Dunedin y a visitar la fábrica de Cadbury, la cual no da para hablar mucho más…Willy Wonka una decepción!! Continuamos cruzando desde la costa este hacia la oeste, parando por la noche en un camping en el medio de la nada en Te Anau después de haber pasado por Mirror Lake...solo miren la foto!!


Durante estos días recorrimos una de las rutas más espectaculares de Nueva Zelanda. Hubo muchos lugares que me hicieron acordar a la Patagonia, hay muchas similitudes en los paisajes pero con dos diferencias claras: la magnitud de los paisajes del sur Argentino son significativamente más grandes (parece ser una copia a escala), y lo otro que nos recuerda el lugar en donde estamos es el estado de las rutas, los parques nacionales, y todo lo referido a la infraestructura para el turista (además de los recursos y la organización, lógicamente también ayuda el tamaño). En fin, dormir a 5 metros de la orilla de un lago en el medio de la nada, o despertarse, pasar la mano por el vidrio para poder ver y encontrarse con una imponente montaña nevada son cosas que instantáneamente te dibujan una sonrisa en la cara y te dan energía sin importar el frió que haga.


Como frutilla del postre de este mágico rincón, hicimos un paseo en barco por Milford Sound, uno de las grandes atracciones de la Isla. Nuevamente recorriendo rutas soñadas al ritmo de un reggae neozelandés nos fuimos rumbo a Queenstown, una mezcla de Bariloche y La Angostura, donde llegamos justo cuando el sol nos despedía en el horizonte.


Con la llegada de un nuevo fin de semana, volvió el turno de “la familia” (quienes se hicieron más de 1000 km  por el finde, genios!), los pasteles de papa comunitarios, algún vinito y otra salidona. El lugar ideal, la compañía siempre es la mejor y se siguen sumando, temporada alta y….que más se puede pedir?? Snowboard gratis para recuperarse de la resaca? Noooo, es demasiado! Con esa promesa, nos fuimos a Coronnet Peak, donde un nuevo amigo me presto todo el equipo y me dio un par de tips, y si bien comi nieve como loco, lo disfrute a pleno!!

Agradecidos a Dios por un nuevo fin de semana “extremo”, como dirían los uruguayos, seguimos la recorrida civilizada…je. Para no sonar repetitivo con la espectacularidad de los paisajes solo les dejo los nombres de los lugares: Crownwell, Wanaka, Haast, Ship Creek, Knights Point. Cuando parece que ya viste demasiado, algún nuevo atardecer de cuadro te sorprende.
Ya pasado el punto medio de la costa oeste, era la hora del otro gran atractivo de la isla, los glaciares de Fox y Franz Joseph. Y acá voy a dejar de lado las palabras de elogio, no se si es porque uno tiene la idea de que un glaciar es el Perito Moreno (aunque aún no fui), o si me hablaron tanto de estos lugares que tenia la expectativa muy alta, pero….no me sorprendieron para nada. El Fox está bien, razonable….pero el Franz Joseph, que me perdonen los neozelandeses pero si vuelvo a estar por ahí ni voy.


Los últimos tres días de viaje fueron pegando la vuelta en el extremo norte de la isla, pasando por los siguientes lugares: Motueka, Tekaka, Nelson, Marfells Beach, Abel Tasman National Park. Lugares muy lindos de la “golden bay”, pero que lamentablemente no pudimos disfrutar en todo su potencial ya que son sitios ideales para ir en verano. Finalmente pasamos por la mini Peninsula de Valdez (Kaikoura), donde si bien no pudimos ver ballenas, vimos infinidad de focas y lobos marinos. El último punto fue Hanmer Springs, donde nos despertamos con todo congelado luego de una helada noche.
Para cerrar un viaje perfecto de 3300 km, llegamos al punto de salida (Amberley - Christchurch) donde nos reencontramos con “la familia” y después de improvisar una parrilla con una reja, armamos tremendo azadazo!!! Se le puede pedir algo más a la vida??

viernes, 21 de septiembre de 2012

Lake Tekapo – Mount Cook, al mal tiempo botas y sonrisa!


Sábado al mediodía y con compañía tan inesperada como grata, llegamos a Lake Tekapo, un hermoso lago ubicado en el centro de la isla sur. Pintó mesita de camping y a compartir unos “refuerzos” (como le dicen los uruguayos a los sanguchitos de jamón y queso). Caminatita, foto para acá, foto para allá, y a seguir viaje antes de que caiga el sol por completo!


A penas entrada la noche llegamos a Mount Cook, y con nosotros también arribó la lluvia…fuck! Poco nos importó…salieron juegos de cartas y vino a granel, los siete meditdos en la van! Ajustadito pero confortable…jeje
Concluido el rezo y el pedido de que parara la lluvia, nos fuimos a dormir. Temprano en la mañana siguiente, nos despertamos dándonos cuenta de que nuestras plegarias no habían sido escuchadas, o al menos por completo. Nos fuimos al refugio de la zona a desayunar y debatir que hacíamos. Pasamos por el centro de información, donde viendo nuestras ganas nos dijeron “si tienen ropa y calzado adecuado, no el que llevan puesto, y no les importa mojarse, pueden hacer esta caminata de 4 hs”. Así fue como entonces decidimos arrancar, con nuestra ropa pero con calzado alquilado y lamentablemente con la baja de un soldado, nuestra caminata bajo la lluvia.
A medida que avanzábamos, si bien la intensidad de la lluvia variaba, iban apareciendo puentes, lagos, montañas nevadas y otros maravillosos paisajes que pese al frio y al cansancio, nos motivaban a seguir. La lluvia agrandaba los surcos de agua y el sendero, claramente pensado para ser transitado en verano y con solo, se inundaba más y más, pero las botas impermeables nos mantenían secos y calentitos (creo que fue la mejor inversión que hicimos en NZ).

Poco más de 3 hs nos llevó la caminata hasta que finalmente detrás de unas rocas, apareció el tan esperado Glaciar Mueller, allá a lo lejos al término de un lago semi-congelado que hacía la vista aún más espectacular. Al salir del valle, el viento y el frio se triplicaron, pero la felicidad de haber llegado y lo maravilloso del lugar, lo compensaban ampliamente. Nuevamente nos convertimos en turistas chinos y sacamos un millón de fotos, y al rato, sin demorarnos demasiado, emprendimos la vuelta para llegar antes de que cayera el sol.


Con un hambre de jubilado nos fuimos en busca de algo calentito y suculento, pero en el valle solo había un hotel 5 estrellas y un complejo de mucho nivel, muy alejado de nuestras posibilidades económicas y sobre todo de nuestro patético aspecto en ese momento. Pese a esto, un par de los chicos enceguecidos por el hambre, decidieron ir al restaurante del hotel. La ilusión les duró poco y se chocaron con la dura realidad al abrir la carta. Lo cierto fue que terminamos comprando unas pizzas con el precio de “El cuartito” y la calidad de “Huggis”. Complementamos la cena con unos noodles de backpacker y despedimos a la familia que emprendía el regreso. Por nuestra parte, exhaustos pero igualmente contentos, nos fuimos a dormir a nuestra casa móvil.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Christchurch, como dice el dicho…


El jueves 12 de julio pasado el mediodía llegamos a la isla más austral de las principales que componen Nueva Zelanda, dejamos el aeropuerto de Christchurch y nos fuimos en búsqueda de nuestra “campervan” (aca se llama así, para nosotros es una “casarodante” o en su defecto “motorjom”…je), para finalmente encontrarnos con “la familia”, un grupo de uruguayos con quienes nos hicimos muy amigos y a quienes veíamos regularmente.
Todos venía bien, ya estábamos acomodando los bolsos en nuestra nueva casa mientras terminaban el papeleo, cuando nos llaman de la oficina diciéndonos que la tarjeta de crédito había sido rechazada, poniéndonos la carita de “estos argentinos se quieren pasar de vivos”. Habiéndo usado la tarjeta de crédito unos días atrás, nos resultó raro, fundamentalmente porque no queríamos pagar con dicha tarjeta, era simplemente para hacer un Boucher por NZD 250 que te piden como deposito a modo de seguro. Después de probar con otras tarjetas de crédito que teníamos y obtener nuevos rechazos, y habiendo agotado todas las posibilidades sin que la empresa nos aceptara ninguna, quedamos en bolas siendo para este entonces, más de las 4 de la tarde y sin posibilidad de ir a otra empresa de campervan. Así que no nos quedó opción y tuvimos que pedir rescate a la familia, quienes viven a unos 50 km de Christchurch.
Considerando que estábamos en el medio de la nada y quedando tan solo una hora de luz, decidimos separarnos y hacer dedo para llegar a algún mejor lugar para esperar a nuestros amigos. Por suerte, a los pocos minutos ya estábamos “ubicados” en diferentes autos y rumbo a la civilización…Quedará para otro momento u otra vida tal vez, pero viajar a dedo es algo que me resulta divertido y me gustaría hacer.
Por la noche, en la cada de los 6 uruguayos disfrutamos de las clásicas y exquisitas pizzas caseras del Peque, y el viernes por la mañana encaramos en búsqueda de alternativas a nuestro percance con el alquiler de la van. Gracias a Dios, al poco tiempo de buscar encontramos una alternativa muy parecida a la que teníamos y sin necesidad de poner tarjeta de crédito.
Por la noche nos dimos una vuelta por el bar local, típico barsucho (sin desmerecer, obviamente) del pequeño pueblo de viñedos donde se junta medio pueblo a tomarse unas cuantas birritas, jugar unos pooles y ver rugby en la tele. Parece de película yankee, pero es así con cada personaje tal cual lo pinta Hollywood.
Finalmente, el sábado por la mañana nuestros amigos nos llevan a buscar la van donde arrancaríamos la recorrida, y cuando nos estábamos despidiendo, uno de ellos nos pregunta “¿y a donde van ahora?”, “Lake Tekapo” -contesto yo-. “¿y a cuantos km queda?”. “250 km, más o menos” –vuelvo a contestar, ilusionándome con lo que se estaba gestando.

El momento de la despedida....¿?

“Llamá a los pibes y preguntales quienes quieren venir” sentenció el Peque, sin darle posibilidades a Pepe de arrepentirse. Un par de horas más tarde, sanguchitos viajeros de por medio, estábamos los 7 en viaje.
Así que como dice el dicho “no hay mal que por bien no venga” y el alquiler fallido de la van resultó en un viaje multitudinario hacia uno de los lagos más lindos de la isla sur.

Wellington


Después de 15 hs de micro en la gran empresa “Naked Bus” llegamos a Wellington en la fresquita mañana del lunes 9 de Julio. En el bondi me hice amigo de Cris, una ecuatoriana que estudia en Australia y estaba de vacaciones por NZ. Así que el grupo se nos había agrandado y después de hacer el check-in en el hostel nos fuimos de recorrida.
El primer punto fue el museo Te Papa, el cual aborda (que palabra más nerd! Pero va…) a Nueva Zelanda desde todos los aspectos posibles, desde los movimientos de las placas tectónicas  que dieron origen a estas tierras (definitivamente es un post muy nerd), pasando por la fauna, flora, historia, cultura y hasta el arte del país. Es realmente muy interesante y completo. Por la tarde seguimos en el “cable car”, un tranvía que sube por un pequeño monte, y continuamos con una recorrida por algunos de los principales edificios del down town.


Por la noche salieron fideos comunitarios en el hostel, donde conocimos a Nacho, otro argentino gran personaje con quien continuaríamos recorriendo Wellington al día siguiente. Además estaban una francés, un canadiense y por supuesto nuestra amiga ecuatoriana…así que fue una típica noche de recién llegados a hostel nuevo, conociendo mucha gente y charlando de todo.
Por la mañana siguiente continuamos la recorrida por el puerto y otros lugares, y a la tarde salieron unos mates con Nacho y anécdotas de las vueltas de cada uno por kiwilandia. Ya en la noche se nos sumaron 3 amigas de él con quienes compartimos la cena y nos reímos bastante. El trío estaba compuesto por dos hermanas y una amiga de viaja. Las hermanitas eran muy particulares, hijas de padres viajeros (papá Italiano y mamá India, unos de los primeros en recorrer Asia en moto hacia fines de los años `70) y con multi-nacionalidades. La mayor, Ambra, nacida en Bali y la menor, Morgana, nacida en Inglaterra, son realmente 2 personajes para sentarse y escuchar, llenas de anécdotas e historias de viajes increíbles. Las ultimas 2 noches de Wellington las pasamos con nuestro nuevo grupo de amigos y nos divertimos muchísimo, entre cenas, cervezas y bares.
Finalmente partimos hacia el aeropuerto para cruzar por primera vez hacia la isla sur, llevándonos un gran recuerdo de Wellington, una hermosa ciudad, ordenada y moderna, pero sobre todo agradecidos de haber conocido a muchos nuevos amigos.

domingo, 5 de agosto de 2012

El famoso Fifty-Fifty



Hoy es 8 de julio de 2012 y me cuesta entender que probablemente, o digamos…si todo sale de acuerdo a los planes, debería ser mi ultimo día de trabajo del 2012. La idea es viajar por Nueva Zelanda unos 23 días y luego poco más de 3 meses por el Sudeste Asiático. Probablemente acá varios estén acordándose de mi vieja y no de la mejor manera (o por lo menos es lo que yo hubiese pensado hace un tiempo al leer esto). Pensando que uno se puede tomar 2 semanas de vacaciones al año, para los cuales debe matar laburando durante todo el resto del año…Pero en defensa de mi pobre madre debo decirles que yo no soy ningún privilegiado, yo elegí esto y como todo camino, deje alternativas de lado.
Por eso estoy convencido de que el que no lo hace es sencillamente porque todo lo otro, lo que debería dejar de lado para viajar, le pesa más. Y también me parece que en un pequeñísimo porcentaje, debe haber gente que no le pese tanto todo el resto pero que sencillamente no se anime o bien le cueste arrancar. Así que les garantizo que se puede trabajar 6 meses y viajar 6, pero lo que definitivamente no se puede es hacerlo y conservar el mismo trabajo, la antigüedad, el famoso plan de carrera, llevarte a tu novia/o, ver a tus amigos y familia a diario, etc, etc. Si hay alguien que piense que es imposible desde los recursos, no tengo ningún problema en ponerle cifras a lo que digo.
Hoy en día no es necesario ahorrar para viajar. Están los “profesionales del viaje” aquellos quienes escriben y sacan fotos de sus viajes y tienen sponsors que patrocinan su trabajo, y sino estamos los muchos que viajamos con las famosas “working & holiday visas”. Para que se den una idea los argentinos ya tenemos la posibilidad de ir a: Australia, Nueva Zelanda, Francia, Dinamarca, Irlanda y Canadá (por lo menos hasta donde yo se). Obviamente que los laburos a los que se accede probablemente sean un poco más “duros” de lo que uno está acostumbrado, pero lógicamente esto también hace a la experiencia.
En fin, después de haber trabajado arduamente poco más de 6 meses, ha llegado la hora de viajar. Ya iré contando a lo largo del viaje, pero la idea es arrancar por la ventosa capital Wellington y después un par de semanas por la isla sur, donde alquilaremos una motorhome para recorrerla, y finalmente volver a Auckland para partir rumbo a Singapore.

sábado, 4 de agosto de 2012

Palpitando Asia


Sin auto y con la ruta desierta debido a la finalización de la temporada del kiwi, se nos complicaba llegar al trabajo cada mañana. Aún shockeada por el accidente, Maru decidió mudarse a nuestro primer lugar, Mount Maunganui, a vivir y trabajar en su antiguo empleo en el restaurante (esto último finalmente no se daría). Por nuestra parte, Flor y yo después de una rápida búsqueda nos mudamos a otra casa en el centro del pueblo, a pocas cuadras de la casa de un compañero de laburo.
El nuevo hogar era una habitación que alquilábamos en la casa de una familia compuesta por un policía Kiwi (con un gato más grande que el de Soldán, pero no viene al caso) casado con una Malaya y dos hijas de esta ultima (quienes vivían abajo en un piso separado). Además había otra inquilina, Shindy, también de Malasya, quien alquilaba hace varios meses.
Desde el primer día nos trataron con la mejor onda, y nos dijeron que en la casa acostumbraban a compartir las comidas, y así fue como tarde que llegábamos del trabajo nos esperaban con muchísimas cosas para comer. El primer fin de semana que estuvimos en la casa retribuimos tanta hospitalidad cocinando algo nosotros, así que le hicimos unos ñoquis caseros de papa con bolognesa (no le hicimos nada más típico de Argentina por algunas restricciones alimenticias que tienen debido a la religión).
Nuestra última noche en el pueblo decidimos pasar a Saludar a Shindy por su trabajo ya que no la veríamos al día siguiente y no podríamos despedirnos. Cuando llegamos, ella justo estaba saliendo así que nos volvimos los 3 juntos para la casa. De camino pasamos por un templo y ella nos dice “este es el templo al que voy yo, es más debería ir ahora” y de repente da un volantazo medio brusco y estaciona. Sin aclarar nada nos da unas monedas y sencillamente dice “síganme”. Al entrar tuvimos que dejar las zapatillas en una bibliotequita y cubrirnos la cabeza con unos pañuelos (queda para otro capitulo el tema del higiene de los pañuelitos). Creo que las bandanas le pueden quedar con onda solo a Jack Sparrow….lo mío era un desastre, parecía el pirata de una película barata! (con Flor ya estábamos bastante tentados, pero obviamente nada de reírse)
Para entrar yo lo tuve que hacer por un lado y ellas por otro, y todo el tiempo mantenernos separado. El lugar de los hombres todo decorado hasta las manos y el de las mujeres tenía una foto de Apu en la esquina… es tremenda la división que hacen! No se como las dejan entrar a las mujeres, una locura! Jaja naah! En serio, increíble como se la disminuye a la mujer.
El templo está dividido en dos plantas, la parte de abajo es todo un gran ambiente alfombrado con varios plasmas en las paredes y con una cocina gigante al fondo, y dos escaleras a los costados. Al entrar me senté en el piso y no me pidan que me cruce de gambas porque no me levanto más…Obviamente la gente me miraba medio raro, pero bueno yo no dejo de ser raro para ellos! O piensen como miraríamos nosotros a un simil Bin Laden sentado al lado nuestro un domingo en la iglesia…
Al rato Shindy me hace señas de subir, obviamente cada uno por su lado de nuevo. En el piso de arriba era un lugar gigante con sabanas en el piso y al fondo había un pastor/cura/rabino (llámenle como quieran) vestido de naranja con muchísimas flores a los costados, lámparas que lo alumbraban y un micrófono. En lugar de un altar tenía una gran urna de acero inoxidable, donde en filita fuimos a depositar las monedas que nos había dado Shindy (Nota aparte también para la fortuna que había ahí). Obviamente, al no conocer la cultura ni los ritos, uno trata de imitar a los demás para no faltar el respeto, pero algunas cosas se me pasaron, como caminar para atrás cuando te vas del altar para no darle la espalda al amigo que está llevando adelante la ceremonia. Quién es un Fantino en sus mejores épocas relatando la campaña de Boca mezclado con Riberito estirando las “o”. Increible la velocidad y el cantito que le mete al rezo!!
Después de un ratito, otra vez las señales, pero esta vez para bajar. De nuevo en la planta baja, vamos para la cocina y Shindy me dice “bueno, ahora vamos a comer”. Pispié rápidamente el menú y le tiré un “no, te agradezco, estoy bien…almorcé tarde hoy” A lo que ella me canta el vale cuatro y simultáneamente se pega el ancho en la frente y me dice “no, no, no entendiste…tenés que comer, la gente está mirando”
Ya no tenía escapatoria, así que como diría Francella “A comerlaaaaaa!!” Platito en mano y a agarrar lo menos posible y de mejor pinta (misión imposible). Meti un cuadradito que parecía merengue y otro que parecía un caldito Knor pero gigante. Flor, un poco más confiada, además de esto le agregó un pan relleno y frito. Cuando ya estaba pegando media vuelta y escapando para el corner con la velocidad del pájaro Caniggia, me dice “vení, vení que te faltó esto…” Cual árbitro con tarjeta amarilla, me sirve una catarata de un brebaje caliente y marrón de dudosa procedencia.
Nuevamente cada uno para su rincón como hubiese dicho el gran William Boo, pero esta vez (seguramente al ver nuestra cara de susto…je), Shindy me tira una soga y me dice “vamos a sentarnos los 3 al medio, no pasa nada”.
Haciendo el último intento de descarte le tiro “bueno, con carpa comete lo mío también”…se rió y dijo “no, no…tenes que comerlo vos” con una sonrisa casi nerviosa, mirando hacia el resto de la gente que nos vigilaba atentamente aunque sin ser evidentes.
Así fue como apliqué la vieja técnica del bocadito seguido por un buen trago del líquido, como para que pase todo junto lo más rápido posible. Obviamente que le di una oportunidad al probarlos, pero realmente era muy feo, el “caldito” tenía gusto a eso…pero imagínenselo dulce!! Y el brebaje, gusto a tierra con azúcar…mucha azúcar!!
Ah! Otra cosa que me olvidaba, cuando estaba sentado comiendo Shindy me dice “tenes que cruzarte de piernas” Así que con esfuerzo metí posición de Buda y a seguir concentrado en la comida.
Después de un rato nos levantamos y encaramos para la salida, obviamente caminando como un Sheriff del lejano oeste porque la sentada de Buda me había dejado mal….
Contento por la despedida tiré un saludo de reverencia como saludando al maestro Miyagui y salí a devolver el pañuelo y recuperar mis championes (como dirían mis amigos uruguayos).
Así fue como faltando un mes para llegar a Asia, ya me empiezo a acostumbrar a sus costumbres y solamente a algunas de sus comidas! jejeje
Les dejo foto con Shindy uno de los días que nos cocinó...esto si estaba rico!!